Traducido del francés por Camino Villanueva.
Resulta difícil entender el desvarío mental por el que determinados grupos y personas pretenderían relacionar el comunalismo con la participación en las elecciones municipales. Como es lógico, a esos mismos grupos y personas no parece importarles apoyar, en aras del comunalismo, a partidos políticos que —como llevamos decenios viendo— se limitan a participar en la triste representación de la “democracia” supuestamente liberal; en otras palabras, en el mantenimiento y la prolongación del mismo sistema que se apropia de la democracia real.
El proyecto comunalista, en sí mismo y para cualquiera que se plantee darle solidez desde el punto de vista histórico, entra —y resulta cuando menos extraño tener que seguir repitiéndolo— en contradicción total con este tipo de enfoque.
Es preciso haber acumulada una capa gruesa de falsa conciencia para dejarse arrastrar de algún modo por este tipo de engaño, que se realiza — lo que es, sin duda, lo más desalentador— en nombre de un “realismo” de pacotilla. Desde luego, el comunalismo no se alcanzará dando la espalda a lo que le da significado. Los ideólogos e ideólogas, pretendiendo acogerse al realismo y la eficacia, han malogrado siempre por la vía de los hechos las posibilidades históricas que se abrían para acabar con la dominación; y lo han hecho enarbolando la bandera de lo que traicionaban en la práctica. Hay multitud de ejemplos históricos de los efectos catastróficos que ilustran este fenómeno, y solo un desconocimiento poderoso puede justificar su olvido y ocultación. Este desconocimiento, hay que decirlo, es inexcusable para cualquiera que afirme querer poner fin al capitalismo y los mecanismos sociales que permiten que este se mantenga y se refuerce contra viento y marea (incluida su democracia de ficción). Un autor francés bastante pertinente (Georges Darien) señalaba en su época que incluso las personas imbéciles aprendían de la experiencia, pero que algunas no debían de ser imbéciles porque la experiencia no las instruía…
¿Habría que hablar entonces de un efecto generacional que reduciría nuestra maltrecha humanidad a una memoria de pez, con el resultado de que cada generación nueva repetiría los errores de las anteriores? Creemos que no, ya que algunas de las personas afectadas por este desvarío se consideran también historiadoras.
Por nuestra parte, no dudamos en denunciar públicamente, y allí donde sea necesario, la burda mentira que se materializa con este desvarío.
Como continuación de este breve artículo, es útil consultar:
- Alienación, falsa conciencia y reificación (en francés – pronto en castellano)
- Comunalismo