A la luz de Murray Bookchin
Floreal M. Romero
Publicado en la revista EcoRev’EcoRev’ 2022/1 (nº 52)2022/1 (nº 52), páginas 31 a 47
Éditions Association EcoRev’ Association EcoRev’
ISSN 1628-6391
DOI 10.3917/ecorev.052.0031
Índice
- A la luz de Murray Bookchin
- El mundo que compartimos
- En contra del colapso, volcar
- Revisar las estrategias para bascular hacía el lado correcto
- Naturalismo dialéctico y universalismo
- La historia que nos habita
- Utopías concretas y determinaciones estratégicas
- La estrategia y el eslabón perdido
- Una estrategia concreta para el aquí y ahora
El reciente libro de Jérôme Baschet « Basculements » sobre los mundos emergentes y las posibilidades deseablesalimenta el debate sobre las estrategias que deben ponerse en marcha para enlazar las numerosas y variadas experiencias ya en curso. Floreal M. Romero aprovechó la ocasión para insistir en la necesidad de implicarse en la organización de las cosas aquí y ahora, inspirándose en las propuestas comunalistas de Murray Bookchin, de quien es especialista.
Nunca es fácil ser un buen critico con un pensamiento cercano al de una o uno sin caer en el elogio. Este es el caso con el libro de Jérôme Baschet, Basculements 1. No obstante, merece la pena dar un paso atrás para ver cómo y hasta qué punto podemos discernir desacuerdos, por insignificantes que parezcan al principio. En este caso estas diferencias no harían más que ampliar y enriquecer el debate, sin dejar de reconocer el amplio abanico de nuestras convicciones mutuas. Especialmente cuando estamos viviendo una carencia del diálogo. Cientos de pensamientos similares circulan y se cruzan sin jamás encontrarse y poder enriquecerse mutuamente. Afortunadamente no es este el caso de Jérôme Baschet, con quien este número de EcoRev’ nos invita a entablar un diálogo.
El mundo que compartimos
Su análisis de la sociedad capitalista y su diagnóstico de su evolución suicida se hacen eco de los escritos de Murray Bookchin, muy alejados del anticapitalismo superficial o truncado tan común entre los pensadores de izquierda. Al afirmar que « el poder del Estado organiza la captura del poder de la multitud « 2, la crítica de Baschet al Estado también es similar a la de los zapatistas o a la de Bookchin. Según Janet Biehl, Bookchin « rechazó completamente el principio de estado – por varias razones. En primer lugar, porque el Estado ejerce el monopolio de la violencia, porque regula y controla la sociedad a través de los órganos legislativo y ejecutivo, que se convierten en controladores profesionales a través de las fuerzas de seguridad y la burocracia. Y sobre todo, porque el Estado trata a los ciudadanos como niños incapaces de gobernarse a sí mismos » 3.
El deseo fundamental de Bookchin es acabar con la profesionalización del poder político, que ha perdido su credibilidad, sirve al capital y está desconectado de los ciudadanos.
De ahí su rechazo a los partidos políticos como meras máquinas para conquistar el Poder. En democracia, el poder no se delega, salvo dentro de un perímetro muy preciso, sujeto a revocabilidad, con un mandato imperativo.
La “vida buena”, apoyada materialmente en « bienes » que son mensajeros del « bien », es un fin en sí misma: la fundación de una nueva personalidad y de un nuevo modo de vida; un aprendizaje continuo de la asociación, la virtud y la decencia; una fuerza de resistencia a la corrupción social, moral y psicológica forjada por el mercado y su egoísmo desenfrenado 4.
Este imaginario, que se encuentra en las prácticas y objetivos zapatistas, es esencial para alimentar la esperanza y dar sentido a nuestras propuestas emancipadoras. Apuntar a este objetivo nos dará la energía, primero para reconocernos y luego para organizarnos, tejiendo lazos en sinergia entre nuestras luchas y nuestras alternativas, en la diversidad pero también en la búsqueda conjunta de una salida al capitalismo.
Pero por el momento, la bandera de la emancipación está a media asta y « 1984 »de Orwell, a través del totalitarismo digital de China 5, extiende su sombra sobre el mundo entero. Las perspectivas de un nuevo mundo de armonía entre los seres humanos y de éstos con su entorno natural se han reducido drásticamente. Las teorías de moda sobre el colapso no son más que un reflejo de este estancamiento.
En contra del colapso, volcar
Así pues Jérôme Baschet desafía a la desesperación reinante. Para ello, se basa en la propia noción de « colapso » sostenida por los auto-llamados « colapsólogos » o “colapsistas”, pero va más allá.
Frente a esta narrativa unívoca y fatalista, multiplica los escenarios y desarrolla una panoplia de factores de crisis en diversos ámbitos de la vida, que interactúan entre sí y engendran la crisis estructural del capitalismo. Lejos de minimizar esta crisis, a la noción de colapso sin salida, le opone la de múltiples « desplazamientos ». Y es aquí donde Baschet, aun asumiendo un « rasgo en parte común con la tesis del colapso », apela a nuestra imaginación y nos ofrece « otra concepción del desarrollo histórico ». Identifica, en este mundo capitalista triunfante « donde las determinaciones económicas son cada vez más opresivas e invasivas […] grietas cada vez más pronunciadas que lo debilitan de manera subterránea » 6. Y de ahí concluye que « la apertura de posibilidades es cada vez mayor » 7.
Pero, en mi opinión, se trata más de un acto de fe que de una demostración, porque ¿cómo establecer una relación de causa-efecto entre esas grietas, por grandes que sean, y la creciente apertura de posibilidades?
Quizás estas crisis repetidas fomenten reacciones antisistema y alimenten la esperanza en « mundos emergentes » y « posibilidades deseables ». Pero de momento, cuando la casa está en llamas, son los pirómanos quienes envían a los bomberos, pero para activar el fuego. Tenemos que reconocer que somos incapaces de hacerle frente al colapso que se avecina impulsando otra manera de “volcar” que sea emancipadora.
La propia ambigüedad del término volcar como fuente creíble de esperanza, se deriva del hecho de que se hace caso omiso de todo aquello que debería precederle, o sea de la construcción previa de un movimiento emancipador organizado. A diferencia de volcar, esta tarea requiere tiempo, de lo que carece este término porque, lógicamente, volcar se sitúa al final del proceso.
¿Cómo podemos invertir en estas grietas del sistema y desviarlas hacía la emancipación? ¿De qué fuerzas disponemos? ¿No potencialmente, sino realmente? Tenemos que admitir que la balanza de poder dista mucho de estar a nuestro favor, no sólo por la falta de apoyo a nuestras propuestas, sino también por falta incluso de un atisbo de organización. Y ahí es donde radica el problema, y es este vacío el que nuestra estrategia debe ante todo llenar. Sólo cuando hayamos conseguido desencadenar una dinámica de apoyo afectivo a nuestras propuestas podremos esperar que se hagan efectivas.
Por tanto, debemos adoptar una visión estratégica, que se convierta en nuestra principal preocupación común, y en la que debemos centrar y aunar nuestros esfuerzos. Estrategia es ciertamente una palabra asociada a la guerra, pero el Capital nos declaró la guerra a los humanos y al mundo entero hace ya mucho tiempo.
Revisar las estrategias para bascular hacía el lado correcto
La historia como eslabón estratégico primordial
Sorprendido por la importancia que los zapatistas conceden a la reflexión sobre la historia, definiendo su lucha « como una rebelión por la historia y contra el olvido », Jérôme Baschet ofrece una crítica pertinente y sin tapujos del « presente perpetuo » 8 neoliberal que se hace eco del análisis de Guy Debord en La sociedad del espectáculo, para quien « el tiempo de la producción, el tiempo de la mercancía, es una acumulación infinita de intervalos equivalentes « 9. Así pues, nos encontramos ante un estancamiento de la historia humana, su confiscación por la lógica de la mercancía y su ideología realizada. Pero al final, Baschet parece hacerle el juego a esta última, porque afirma que la historia ya no está con nosotros, y que ya no somos los mensajeros del sentido de la historia que nos llevaría inexorablemente a la salvación. Considerarnos como heraldos de la salvación no nos incumbe, como tampoco considerar a la historia como algo exterior, un poder tutelar. Por lo cual seguiremos pensando como Marx: « Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen arbitrariamente, en condiciones elegidas por ellos mismos, sino en condiciones directamente dadas y heredadas del pasado » 10. El reto sigue siendo el volver a poner en movimiento a la historia, desincrustarla de la economía política.
Es cierto que Baschet hace referencias históricas, a la Comuna de París por ejemplo, y a otros acontecimientos revolucionarios, pero mientras reivindica la necesidad de conocer el pasado, curiosamente le rinde muy pocas visitas al pasado revolucionario, y es así como, en mi opinión su percepción de la historia sigue siendo superficial. De ahí su extraña referencia a las estrategias de Olin Wright, que al fin y al cabo, quedan circunscritas dentro de un enfoque innegablemente presentista. Una visión verdaderamente histórica le habría permitido a Baschet evitar evocar una vez más el viejo error de la colaboración con las instituciones estatales a las que alude Olin Wright. Más allá de la estrategia en sí, la comprensión de la historia por parte de Bookchin nos permite ir mucho más lejos y en consecuencia, abordar otros temas importantes que Baschet trata a veces, pero de una manera que nos parece demasiado precipitada. Para Bookchin, por ejemplo:
“La historia es tan importante como la forma o la estructura. En gran medida, la historia de un fenómeno constituye el fenómeno mismo. Somos, en realidad, todo lo que ha existido antes que nosotros, y a su vez podemos llegar a ser infinitamente más de lo que somos […] La evolución nos habita (al igual que habita el mundo que nos rodea) en forma de elementos constitutivos de nuestra propia naturaleza.” 11.
Volveremos sobre la relación entre historia y estrategia como tales, pero antes repasemos estos planteamientos, que también me parecen ser parte de la estrategia en la medida en que contribuyen a darle sentido a nuestras acciones y a reforzar nuestras convicciones.
Naturalismo dialéctico y universalismo
El naturalismo dialéctico humanista de Bookchin se opone a la concepción misántropa de los humanos como siendo seres destructivos. Así, negándose a mitificar a la humanidad tanto como a la naturaleza, ve a los seres humanos como seres biológicos y sociales.
En este planteamiento, la historia sirve de punto de partida para revisar el concepto de naturalismo. Un naturalismo del que Baschet nos invita a salir, como lo hace acertadamente con el individualismo y el universalismo totalizador de la modernidad, oponiendole a este último « el universalismo de la multiplicidad ». Pero al igual que con el universalismo, el autor haría bien en relativizar y no meter en el mismo saco todos los planteamientos naturalistas como « un conjunto de representaciones que disocian a la humanidad de la naturaleza y la sitúan por encima de ella » 12 sin tener en cuenta el planteamiento de Murray Bookchin y su rica complejidad conceptual. En efecto, el naturalismo dialéctico forjado por Bookchin va mucho más allá de los burdos naturalismos dualistas. El naturalismo dialéctico está en el corazón mismo de la ecología social, que no es ni « biocéntrica » ni « antropocéntrica » porque « refuerza las profundas raíces de la humanidad y la sociedad dentro de su evolución natural « 13. Como humanista, el naturalismo dialéctico de Bookchin se opone a la concepción misántropa de los humanos como seres fundamentalmente destructivos. Así, negándose a mitificar tanto a la humanidad como a la naturaleza, ve a los seres humanos como seres biológicos y sociales. Este naturalismo también se opone a cualquier enfoque sobrenatural (místico) de la naturaleza 14. En consecuencia, desarrolló el concepto de una primera naturaleza, la de la biología, y una segunda naturaleza, la de la sociedad, como resultado de la evolución natural de la primera. Un estudio en profundidad de las sociedades « prealfabetizadas » y precapitalistas confirmó su convicción de que ambas naturalezas no siempre se oponían, sino que se complementaban. De hecho, la fractura se produjo con la aparición de la dominación en el seno de las sociedades, empezando por la del hombre sobre la mujer. Aquí es como podemos cumplir el deseo de Baschet, el de « dar cabida a otras antropologías emergentes » como elementos constitutivos de nuestra estrategia, ya que podrán preparar nuestra imaginación para un « nuevo mundo que contenga muchos mundos ». Y se trata del mundo entero, lo que resume aquello que Murray Bookchin entendía por universalismo.
En consecuencia, su investigación histórica y las propuestas que de ella se derivan distan mucho de ser, como dice Baschet, « parte de una genealogía muy occidental ». A este nivel, Bookchin podría haber respondido que su interés por las instituciones democráticas no era específico a las culturas en las que nacieron 15 y que era importante resonar con la tradición emancipadora de cada país. E incluso más allá, ya que, por ejemplo, la revolución del confederalismo democrático de Rojava, inspirada en el comunalismo de Bookchin, se dio en un país donde la democracia asamblearia no está enraizada en la historia y la geografía kurdas 16. Como muy bien dice en el vídeo « Las formas de la libertad », quiere transmitir a la gente referencias que les suenen, que formen parte de su historia, pero partiendo de los problemas cotidianos. Además, tuvo que elegir Estados Unidos, donde vivía, como el lugar más propicio para su acción, pero también estratégicamente, como el objetivo en tanto que centro neurálgico del capitalismo mundial.
La historia que nos habita
« Conoce a tu adversario y, sobre todo, conócete a ti mismo, y serás invencible » Sun Tzu, El arte de la guerra, Siglo VI a.C.
Pero para que la apuesta tome forma, necesitamos ser aún más ambiciosos. Tomar la medida de lo que hay, no sólo frente a nosotros sino también en lo más profundo de nuestro ser, se convierte entonces en uno de los objetivos prioritarios y, en cualquier caso, concomitante con nuestro planteamiento emancipador. Como lo dijo una vez Gustav Landauer: « La liberación sólo es posible para aquellos que interior y exteriormente se ponen en condiciones de salir del capitalismo, que dejan de jugar un papel y empiezan a ser humanos » 17. El capitalismo y su «modernidad», con sus predicadores y teólogos, surgieron de la antiquísima lógica de la dominación, acentuando al mismo tiempo sus formas oligárquicas. Para distinguirse de las viejas religiones, les pareció esencial dar a la Economía Política todas las apariencias de una ciencia.
Pero a diferencia de todas las demás religiones, el paraíso capitalista no se sitúa en un más allá, sino en una inmediatez a la que todo el mundo está llamado a asirse: el dinero. Y es en la práctica obligatoria de esta dependencia cotidiana donde se perpetúa la dominación/sumisión, el “salvese quien pueda” en la separación y la competencia. « Si no exploramos esta historia, que vive activamente dentro de nosotros, como las fases anteriores de nuestras vidas individuales, nunca nos liberaremos de sus garras », nos dice Bookchin 18. Hacer de esto una prioridad en nuestros grupos militantes no es un enfoque estético, sino estratégico para contrarrestar al enemigo interior que parasita nuestras relaciones 19. El naturalismo dialéctico es un aliado importante en este esfuerzo por disolver estos obstáculos psíquicos: la convicción de que nuestro potencial creativo, inherente a nuestra naturaleza biológica, es un hecho histórico. Pero iniciar este proceso de trabajo conjunto en una auténtica cultura del diálogo sólo tiene sentido si estamos firmemente convencidos de que sabemos hacia dónde nos dirigimos juntas y juntos, y qué caminos debemos tomar y cuáles no.
Utopías concretas y determinaciones estratégicas
Comparto con Jérôme Baschet la identificación del capitalismo como enemigo, pero también la de sus aliados objetivos, a saber, los anticapitalismos truncados desde la extrema derecha hasta llegar a la izquierda de los « neo » con su « L ». Ya sea que esta « L » se refiera al liberalismo y neoliberalismo para la izquierda blanda y su reformismo, o a Lenin (neoleninismo) para los auto-proclamados revolucionarios partidarios del “Grand Soir” . De hecho, domesticar al capitalismo no es más realista que el intentar resquebrajarlo. Al igual que la burguesía supo hacer con la aristocracia, tenemos que crear poco a poco una dinámica capaz de erosionarlo. Erosionar en el sentido político del término creando, en tensión con y contra el Estado, un poder comunalista 20, un poder capaz de llevar en su seno realizaciones sociales verdaderamente alternativas capaces de dar la espalda a las lógicas económicas dominantes. En otras palabras, un « movimiento molecular firmemente arraigado en cada comunidad y en cada barrio » que permita construir la autonomía, empezando por la soberanía alimentaria. Es la condición sine qua non para que el mundo entero salga de la esfera altamente destructiva del « mundo de la economía » y de todo lo que hay en « esta sociedad organizada en torno a y para la producción de mercancías ».
Eso forma parte del horizonte, del objetivo de nuestro planteamiento. Es un imaginario que se va construyendo y modelando con tantos modos de organización social y experiencias revolucionarias pasadas y presentes, como las de Rojava, los zapatistas, las ZAD, etcétera. En tanto que politizadas, son todas estas experiencias alternativas las que se palpan aquí y ahora, las que van redibujando ese mundo posible e imaginable donde la sociedad, reconciliada consigo misma, es capaz de reponer el mundo natural que le dio origen. Estos intersticios, estas fisuras, estas brechas, son sin embargo minimizadas, por no decir vistas de forma anecdótica, por ciertos autores como Frédéric Lordon. Se les califica de « islas » o, en el mejor de los casos, de « archipiélagos » que parecen flotar sin consistencia en el océano turbulento del capitalismo. Les daríamos la razón si nos limitáramos a realizaciones como las comunas en Estados Unidos por los años sesenta y setenta, que, al huir de la ciudad, prescindieron del comunalismo como proyecto de organización política. Un hecho que se repite en muchos proyectos contemporáneos 21.
Vivir en un enclave dentro de un entorno capitalista sigue siendo una forma de « individualismo colectivo », que se olvida de las luchas sociales, dándose la ilusión de ser libre y vivir como un ecologista patentado. Pero eso no es todo: aparte de abrazar potencialmente el espectro del « survivalismo », estas alternativas autogestionadas, ya sean de la variedad cooperativa 22 o empresas lanzadas al ruedo del mercado, están abocadas a caer en el terreno de la competencia. Es más, muchas comunidades parecen no poder desprenderse de los proyectos de gestión urdidos en el corazón mismo del capitalismo por sus tendencias más siniestras.
Con el pretexto de la cooperación, el distanciamiento de los egos, etc., los Colibris en Francia, por ejemplo, han llegado a adoptar técnicas de gestión derivadas de este linaje, como la « holocracia ». En el improbable caso de que los dirigentes sean eliminados, el único en mandar sería el Mercado. Ahí radica el peligro de estas islas que, lejos de representar brechas o fisuras, distraen de las luchas sociales y actúan como válvulas de seguridad del sistema canalizando miedos y ansiedades.
La estrategia y el eslabón perdido
Jérôme Baschet insinúa una auténtica revolución cuando menciona la posibilidad de « bloqueos y sublevaciones » o la hipótesis de « espacios liberados [que] bien podrían reforzar las dificultades de reproducción de los circuitos del capital », o incluso dar lugar a « una buena vida para todos en una relación repensada con lo vivo [que] no puede sino intensificarse, dando lugar a una auténtica guerra de los mundos » 23. Podríamos multiplicar los ejemplos en los que la victoria parece al alcance de la mano: « Se da un salto decisivo cuando la asamblea pasa de las tareas de coordinación de la lucha a las de organización de la vida colectiva, en un contexto de parálisis del mundo económico y de destitución de los poderes establecidos » 24.
Aunque reconoce la necesidad de poner en red estos « espacios liberados », admite que esto « tiene dificultades para materializarse », y con razón. Ya hemos visto cuánto nos queda por recorrer para concebirlos como « espacios liberados ».
Me parece que, en general, Baschet se adelanta demasiado rápido, porque su análisis carece de un desarrollo significativo entre la situación actual y los escenarios revolucionarios que evoca. Aunque la estrategia propuesta nos atrae por el estilo despierto de su escritura, al final se basa más en la espontaneidad que en cualquier preocupación por la organización. No se trata de condenar la espontaneidad; surge cuando menos lo esperamos y « no excluye la organización ni la estructura. Al contrario, suele dar lugar a formas de organización no jerárquicas, auténticamente orgánicas, auto-creadas y voluntarias. La única cuestión seria que plantea la espontaneidad es si se basa o no en el conocimiento, si está o no informada. » 25. De ahí la necesidad de que exista siquiera un germen de organización. Por supuesto, la organización no puede decretarse, al igual que el comunalismo. Debe responder a una necesidad, y en ella nacen y se propagan con determinación las energías necesarias para satisfacerla. Pero esta necesidad se hará sentir en cuanto emprendamos el camino de la autonomía.
Antes de ir más lejos, hay que insistir en un pasaje clave del libro “Basculements” que debería haberse desarrollado con más amplitud, pues de lo contrario el « vuelco », como lo entenderíamos en castellano, corre el riesgo de evocar únicamente la precipitación: para transformarse en vuelco, el momento insurreccional necesita un poder preexistente, constituido por prácticas de auto-organización colectiva, capacidades técnicas bien afinadas, subjetividades cooperativas experimentadas en el arte de trabajar juntas y juntos. En definitiva, la experimentación, aunque sea parcial, de una existencia previa que ya sea comunitaria 26.
Una estrategia concreta para el aquí y ahora
La necesidad de organizarse
Aquí es donde entra Jérôme Baschet, pero glosa este aspecto crucial con demasiada rapidez y es un poco evasivo sobre cómo lograrlo, aunque es el primer paso para poner en marcha una verdadera estrategia, partiendo de la necesidad de crear estos espacios, preservar nuestros logros y evitar la represión frente a la que nos vemos impotentes. En la actualidad, la necesidad de organización no parece ser una prioridad .
Por tomar sólo los casos franceses más recientes, podemos ver como el Estado puede llegar a actuar : a los Chaleco Amarillos que exigían vivir con dignidad, les responde a los manifestantes sacándoles los ojos y arrancándoles las manos. ¿Cómo imaginar que el Estado permita que se formen comunas autónomas en su territorio, sin aplastarlas como a la primera ZAD que se presente?
Porque estas características están en los genes del capitalismo, ya sea liberal o autoritario, según lo que más le convenga. Hay que tomarse este tema en serio, y no tratarlo de forma breve y superficial. Hemos tenido demasiadas muertes en la historia de la emancipación.
Además de hacernos daño, las derrotas nos acosan durante años, por lo que es mejor adoptar un gradualismo estratégico implacable pero prudente. Y es precisamente esta dinámica de construcción la que debemos priorizar y la que nos permitirá alcanzar un verdadero contrapoder popular. Öcalan lo expresa de esta manera: « El concepto de autodefensa no se refiere a una organización armada o a un estatus militar, sino a la organización de la sociedad: capacitarla para protegerse a sí misma en todos los ámbitos movilizando a todas las organizaciones » 27. Esto se hace eco del llamamiento de Bookchin a la creación de instituciones democráticas « categóricamente nuevas », ya sean legales o ilegales, capaces de proporcionar los recursos educativos y las ideas vitales necesarias para alcanzar los objetivos comunalistas y libertarios.
Vistas las dificultades de todo tipo a la que hemos aludido, revisitar el pasado es una necesidad imperativa y vital, porque muchas experiencias comunalistas, como movimiento, se encuentran en nuestra historia. Son por derecho propio, un cúmulo de experiencias que iremos estudiando, filtrando, seleccionando, contextualizando para finalmente utilizar como peldaño previo a cualquier estrategia construida en torno a grandes líneas, sin dejar de ser diversificada y flexible ya que el camino se hace al andar.
La colonización del presente por el futuro requiere de la historia
Como hemos visto, la primera parte de la investigación histórica de Bookchin, como análisis de las causas del desastre, atraviesa toda la ecología social. La segunda parte de su indagación histórica, que se refiere a la manera de superar esta crisis, le lleva a integrar plenamente la ecología en la tradición socialista revolucionaria, y más aún en la tradición comunalista. Esto significa desempolvar la tradición, despojándola de mitos como el “Grand Soir”, a favor de una organización de la lucha en el “aquí y ahora”, persiguiendo objetivos fijados y creando instituciones alternativas en tensión con las del Estado. Y puesto que las sociedades de clases tienen sus raíces en las sociedades jerárquicas, la disolución de todas las formas de dominación -incluido el patriarcado y la dominación de la sociedad sobre la naturaleza- sigue siendo uno de los objetivos de esta política.
Al hacer que los seres humanos interactúen entre sí y con los elementos de los ecosistemas a los que todos pertenecen, el comunalismo de Bookchin sitúa el vínculo social en el centro de su organización, fundamento de una eco-comunidad basada en el principio de « unidad en la diversidad ».
Bookchin retoma a sus predecesores, de Gustave Lefrançais a Ernst Bloch, pasando por Proudhon, Bakúnin, Kropotkin y muchos otros. Su mensaje subyacente era que los sistemas sociales basados en el control estatal estaban de alguna manera en desacuerdo con la naturaleza, tanto humana como no humana.
Así que Bookchin, gracias al estudio de los pensadores que le precedieron en los más diversos campos, pero también gracias a la experiencia acumulada de las revoluciones que había recorrido con lupa, acabó actualizando el comunalismo decimonónico incorporando la ecología, no como un añadido -la necesidad de « preservar el medio ambiente »-, sino como un anclaje profundo en su problematización ecológica de lo política. Inspirándose en el pensamiento anarquista y marxista, fue más allá al utilizar la ecología como ciencia para hacer del comunalismo una síntesis de esos tres fundamentos teóricos.
Pero el proyecto comunalista de Bookchin prefigura ya toda una estrategia, cuidando de no separar medios y fines, porque éste es un problema que siempre ha aquejado al movimiento revolucionario. Precisamente, el concepto de poder dual como medio para alcanzar un fin revolucionario y formar una sociedad racional supera el abismo entre el método para lograr una nueva sociedad y las instituciones que la estructurarían. Y Bookchin explica :
“Sin una organización claramente definible, un movimiento corre el riesgo de caer en la tiranía de la ausencia de estructura. […] Al estudiar de cerca la historia de las revoluciones pasadas, el problema más importante que encontré fue precisamente la cuestión de la organización. Esta cuestión es crucial, sobre todo porque en un levantamiento revolucionario, la naturaleza de la organización puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Lo que me quedó muy claro fue que los revolucionarios necesitan crear una organización muy proactiva -una vanguardia, por utilizar un término muy usado hasta que la nueva izquierda lo envenenó asociándolo con los bolcheviques- que tenga su propia paideia rigurosa, que cree una membresía responsable de ciudadanos informados y dedicados, que tenga una estructura y un programa y que cree sus propias instituciones, basadas en una constitución racional” 28.
Actuar aquí y ahora
Sobre estas bases, abogo en primer lugar por poner en común nuestras reflexiones para debatir sobre cómo poner en marcha un movimiento comunalista surgido de nuestras raíces, de nuestra tradición revolucionaria europea. Para comprender lo que podría representar un movimiento libertario, la referencia a la España de los años treinta es esencial. Con sus sindicatos, la CNT, sus ateneos libertarios, sus escuelas racionalistas, sus periódicos, sus tendencias naturalistas, comunalistas y feministas, su urbanismo social, sus cooperativas de vivienda y de consumo, su gimnasia revolucionaria, etc., este movimiento, construido a lo largo de los años, dio lugar a la mayor revolución del siglo XX según Debord. No hay nada que imitar o copiar, como tampoco podemos cerrar los ojos al resto del mundo, y por eso, apoyándonos en estos logros, tenemos que partir de nuestra realidad actual, aquí y ahora. Construir una organización significa desarrollar una estrategia adaptada al lugar donde estamos.
La estrategia zapatista es diferente a la de los kurdos de Rojava. Organizar una relación de fuerzas es lo que está en juego en la confrontación y en la propuesta estratégica de Bookchin cuando habla de « poder dual ».
Si observamos las tendencias de diferentes movimientos sociales contemporáneos, como los Chalecos Amarillos, las ZAD, el 15 M o diversas corrientes municipalistas, vemos la emergencia, a pesar de su heterogeneidad, de un imaginario político que sitúa el tema de la Comuna en el centro de las prioridades. Si bien este imaginario comunal es objeto de apropiaciones diversas, en mi libro 29 propongo la idea de elaborar conjuntamente una hoja de ruta para una « unidad en el disenso », para poner de relieve la riqueza de la diversidad, a escala local y luego a niveles más amplios. Esta carta se dirige a todos los movimientos sociales cuyo objetivo primordial es salir del capitalismo construyendo su alternativa, es decir, el comunalismo. Este vínculo constituiría un acto fundador de una organización articulada y flexible, que también representaría un primer acto de autodefensa. Hay que enumerar, visitar, discutir y construir una verdadera red de territorios para poder tejer una red de protección y apoyo mutuo a partir de nuestros lazos de solidaridad; pero no solamente eso.
Sino que además impulsar este proceso en movimiento, significa poner las probabilidades de nuestro lado para convencer a los grupos que todavía están en estado de indecisión. O incluso, en algún momento, si la correlación de fuerzas es favorable, volcar hacía nosotros ciertas facciones políticas « progresistas ». Esto requiere un largo periodo inicial de paciencia y obstinación, al contrario que en la época revolucionaria. « Una vez que este periodo está en marcha, un año, incluso unos pocos meses, pueden provocar un cambio en la conciencia popular y en el estado de ánimo que en otras épocas habría requerido décadas » 30.
Mi libro plantea una serie de propuestas, entre ellas la de una hoja de ruta, una carta a presentar a los distintos movimientos de lucha y alternativos, donde se expondrán los siguientes argumentos para ayudar a posicionarnos aceptando las críticas para avanzar. Avanzar hacia una verdadera soberanía alimentaria es una de las prioridades: lo local, los circuitos cortos, las AMAPs. Esta práctica de autogestión es un eslabón fundamental en el camino para salir del capitalismo y avanzar hacia la autonomía, empezando por la alimentación. Este vínculo fuerte y pragmático entre el productor campesino y el consumidor responsable y cívico, abre la vía a una « economía moral », como atajo a la economía de mercado. La proximidad, la complicidad y un fuerte vínculo pueden fundir la mediación del dinero. Así, descubrimos a través de la práctica las virtudes y el placer de hacer cosas juntas y juntos en la dificultad, pero también en la alegría, condición para abrir las puertas a esta dimensión del buen vivir, en su conjunto, esta dimensión que los zapatistas viven y nos transmiten. Sólo esta experiencia abrirá poco a poco las mentes de la gente a una gradual recuperación colectiva de los medios de producción y a una municipalización de la economía. Lo mismo ocurrirá en todos los demás ámbitos de la vida, como la educación, la energía, la vivienda, la cultura, la artesanía, la industria, etc. En definitiva, nos corresponde a nosotras y nosotros crear esta dinámica de autoinstitución política de estos bienes comunes, capaz de poner en práctica, ante todo, la solidaridad vital entre los seres humanos, para que pueda ser compartida y extendida a todos los seres vivos y al entorno natural.
- Jérôme Baschet, Traspuesta. Mundos emergentes, posibilidades deseables, París, La Découverte, 2021. ︎ ↩︎
- Ibid, p. 188. ︎ ↩︎
- « Janet Biehl: « Bookchin ha sido marginado » (entrevista), Ballast, 15 de octubre de 2015, en: revue-ballast.fr ︎ ↩︎
- Murray Bookchin, « Economía de mercado o economía moral », en « Poder para destruir, poder para crear. Hacia una ecología social y libertaria », París, L’Échappée, 2019. ︎ ↩︎
- Celia Izoard, « El totalitarismo digital de China amenaza a todo el planeta », Reporterre, 6 de enero de 2021, en: reporterre.net ↩︎
- J. Baschet, Basculements, op. cit, p. 59. ↩︎
- Ibid, p. 67-68. ︎ ↩︎
- Jérôme Baschet, Deshazte de la tiranía del presente. Temporalidades emergentes y futuros sin precedentes, París, La Découverte, 2018. ↩︎
- Guy Debord, La sociedad del espectáculo, París, Éd. Champ libre, 1971, §147, p. 121. ↩︎
- Karl Marx, Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte, París, Éd. sociales, 1969, p. 13. ↩︎
- Murray Bookchin, ¿Qué es la ecología social?, Lyon, Atelier de Création libertaire, 2003, p. 16. ︎ ↩︎
- J. Baschet, Basculements, op. cit, p. 145. ↩︎
- Murray Bookchin, « Écologie : socialisme ou barbarie », Ballast, 20 de marzo de 2020, en: revue-ballast.fr ↩︎
- Murray Bookchin, Ecología de la libertad, reimpreso en Ecología social. Penser la liberté au-delà de l’humain, Marin Schaffner (ed.), Marsella, Éd. Wildproject, 2020, p. 270-271. ↩︎
- Véase Murray Bookchin, en Janet Biehl, Libertarian municipalism. La política de la ecología social, Montreal, Éd. Écosociété, 2013 [1998], p. 247. ︎ ↩︎
- Janet Biehl, ‘Comunalismo kurdo’, New Compass, 9 de octubre de 2011, en: newcompass.net ︎ ↩︎
- Gustav Landauer, Appel au socialisme,Saint-Michel de Vax, La Lenteur, 2019, citado en Renaud Garcia, « Gustav Landauer: un appel au socialisme », Ballast, 13 de enero de 2020, en: revue-ballast.fr ↩︎
- M. Bookchin, Qué es la ecología social, op. cit. p. 16 17. ↩︎
- Ibid, p. 43. ︎ ↩︎
- Véase M. Bookchin, « Ecología: socialismo o barbarie », art. cit. ↩︎
- Véase, por ejemplo, Marcel Sévigny, « La trajectoire incertaine du Projet Bâtiment 7 », Possibles, 45, 2, 2021, en: revue-possibles.ojs.umontreal.ca ︎ ↩︎
- Véase, por ejemplo, Nolwenn Weiler & Sophie Chapelle, « Comment les coopératives agricoles reproduisent la loi de la jungle néolibérale », Basta!, 12 de octubre de 2021, en: basta.media ↩︎
- J. Baschet, Basculements, op. cit, p. 203. ↩︎
- Ibid, p. 204. ︎ ↩︎
- Murray Bookchin, Espontaneidad y organización, París, Éd. Noir et Rouge, 1978, p. 12. ↩︎
- J. Baschet, Basculements, op. cit. p. 206. ︎ ↩︎
- Abdullah Öcalan, La révolution communaliste. Écrits de prison, Montreuil, Éd. Libertalia, 2020, § « Le système d’autodéfense » ↩︎
- M. Bookchin, Espontaneidad y organización, op. cit. p. 17. ↩︎
- Floréal Romero, Actuar aquí y ahora. Pensando en la ecología social por Murray Bookchin, Rennes, Éd. du Commun, 2019. ︎ ↩︎
- M. Bookchin, Espontaneidad y organización, op. cit. p. 31. ↩︎
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