DE LA NECESIDAD DE DESPLAZAR LA CENTRALIDAD DEL TRABAJO
Resulta prácticamente imposible, hoy en día, conversar con alguien sin que salga el tema del trabajo. Trabajes donde trabajes, es raro que no empiecen las conversaciones sin esa pregunta: ¿Y qué? ¿Cómo te va el curro? Te guste o no, bien es cierto que sin vender tu fuerza de trabajoen una empresa o directamente en el mercado ypese a las ayudas que puedas conseguir del Estado, poco te vas a poder mover, pagar tu alquiler y llegar a fin de mes. O sea que el trabajo se ha convertido en algo tan importante como el comer o el respirar e incluso ya se trata con naturalidad, como si fuese algo casi biológico, un “prebiótico”.
- ¿Cómo hemos podido llegar a este punto de naturalizar al trabajo?
- La condición obrera
- La urgencia de volver a pensar el trabajo
- Desplazar la centralidad del trabajo
- La descentralización del trabajo en el comunalismo
- Conclusión provisional
¿Cómo hemos podido llegar a este punto de naturalizar al trabajo?
Es absurdo hoy en día negar o ignorar la centralidad del trabajo en esta sociedad. Sería olvidarse que para el Capitalismo es una de sus categorías básicas, constitutivas. El trabajo, el mercado, el dinero y el Estado, no es que sean elementos exclusivos del Capitalismo. Cierto es que estos elementos ya existían desde la antigüedad pero de forma puntual y diseminada. El capitalismo los ha incorporado todos en su dinámica de crecimiento obligado e infinito y el trabajo1, como lo veremos ocupa esa centralidad. La historia de la constitución del Capitalismo nos muestra como éste último, con las enclosures2 como punto de partida, empezó creando la figura del obrero. A medida que iba reforzando su hegemonía, fue tergiversando el quehacer del día a día tradicional de los campesinos y artesanos, convirtiéndoles en asalariados, o sea, meros productores de mercancía a cambio de un sueldo. En consecuencia, se vieron obligados a vender su cuerpo, su fuerza de trabajo, para a duras penas podersobrevivir. Así es como, con esa ruptura antropológica de envergadura, no solamente se empezó a socavar el “actuar juntos”, esa entidad social propia de los seres humanos, sino que la fuerza común se volcó a disposición de los primeros capitalistas, aquellos que poseían las tierras, las primeras industrias y controlaban el mercado. En consecuencia, las formas tradicionales del “metabolismo” (Marx) de las comunidades humanas con su medio ambiente han pasado de la complicidad común en el “actuar juntos por” al “buscarse la vida”cada cual como pueda, eximidos ya de la necesidad de cuidar al medio ambientedel que hemos sido extraídos, como comunidad. Además, todas las dominaciones previas al Capitalismo, por el fenómeno mismo de la separación y de la especialización inducidas, se vieron intensificadas. Así, el patriarcado integrado en el Capitalismo, y la caza de las brujas para deshacer a las comunidades campesinas en el siglo XVI. Al poco tiempo la mujer fue eximida del trabajo productivo a cambio de dedicarse a la reproductora de la fuerza de trabajo, del varón, sin que ese “trabajo” contara en el coste de producción de la mercancía. Luego, cuando por sus luchas accedió al papel de asalariada, seguiría con ese mismo trabajo doméstico y cargaría con el de la empresa, peor tratada que el varón haciendo el mismo trabajo3. También podemos considerar a las migaciones, en parte como continuación de la dominación del varón blanco sobre el o la de color, del rico sobre el pobre, como evolución de un colonialismo que otrora esclavizó a otros pueblos en sus territorios. Ahora esquilmados y atropelladas sus sociedades, no les queda otra que el arriesgarse la vida en pateras para vender su fuerza de trabajo, clandestinamente, en malas condiciones y por un puñado de lentejas, (Mano de obra de reserva para el capitalismo).
La condición obrera
a) Una visión panorámica
Luego, es cierto que al interior mismo de este sistema social, las luchas de los obreros organizados en sociedades y luego en sindicatos, consiguieron mejorar nuestras condiciones de trabajo y aumentar el nivel económico de la clase trabajadora. Basta con mirar atrás, a principios del siglo XIX, a través de los relatos de una Flora Tristán o un Dickens: “jornadas larguísimas y extenuantes de trabajo, salarios miserables, ropas andrajosas y sucias, condiciones de hacinamiento y falta de higiene en las fábricas.” Cierto es que en nuestra “zona peatonal del Capitalismo” esas condiciones de trabajo parecen haber mejorado aunque para no adelantarnos demasiado, vamos a decir que han cambiado. Disponemos de más medios económicos pero las pantallas que nos informan o más bien nos formatean, nos impiden ver otras realidades, en otras partes del mundo. Así pues si levantásemos nuestra mirada, veríamos a ese chico de 11 años vestido de harapos, andando descalzo y a duras penas en medio de un basurero lleno de teléfonos rotos, obsoletos o gastados, de envases de polietileno, de tabletas, de ordenadores, de teclados y pantallas de todo tipo, de viejas baterías oxidadas, etc. Le cuesta porque además su andar es dificultado por cables de todo tipo. De todos estos deshechos aprovechará el cobre, latón o estaño al quemar los envoltorios para vender los metales al “hombre de la balanza”. De ahí que, como también le pasa a sus colegas, al poco tiempo se intoxique y al final se destrocen sus pulmones. Más lejos hacía el Oeste, en Shanghái, ahí mismo donde se fabrican esas pantallas y demás componentes, las condiciones de trabajo son tan insoportables que se han instalado redes para impedir que los empleados se suiciden, al tirarse por la ventana.
b) De vuelta a casa
M. Bookchin ya advertía en el año 19854: “La innovación tecnológica está avanzando a una velocidad que supera todo visible cambio en la esfera social y en la política.”… “los cambios que predije veinte años atrás en “Hacia una tecnología liberadora” y que ingenuamente esperaba fueran al servicio de la liberación humana, mientras, por lo contrario, sirven en la actualidad al orden existente para alimentar el dominio del hombre sobre elhombre. Me refiero a una amplia reestructuración de toda la economía sobre bases electrónicas, a un género de revolución industrial del todo nueva que amenaza con sustituir el mismo aparato sensorial humano con aparatos mecánicos electrónicamente guiados. Se debe tener en cuenta que estamos apenas en los primeros pasos de una serie de progresos técnicos que convertirán en obsoleta tanto a la fábrica y a la oficina, como a la hacienda agrícola tradicional, que alimentarán la centralización política y potenciarán el control policíaco, para no hablar del condicionamiento dirigido hacia los medios masivos de la mente y del espíritu, que alcanzará niveles inimaginables.”…”Presumiblemente la tecnología cibernética, que se halla apenas en su infancia, convertirá en económicamente superflua a la mayoría de los norteamericanos que hoy trabajan. No estoy haciendo retórica. Cada decenio lleva en sí profundos cambios técnicos que van haciendo “inútiles » casi todo tipo de trabajo tradicional. Prácticamente toda operación conexa con la materiaprima, con la manufactura, con los servicios, puede ser desarrollada, esencialmente, por aparatos cibernéticos, y, si se prosigue la lógica del capitalismo, esta sustitución será una realidad. Aunque algunos millones de personas queden todavía de alguna manera implicadas en estas operaciones, ellas constituirán “los márgenes » de la economía, no su núcleo. Debemos enfrentarnos al hecho de que es posible una tan imponente sustitución del trabajo humano, así como que es inevitable si el capitalismo sigue su curso.”
No fallaron sus predicciones y así se traduce ahora, a nivel laboral, la dominación de las ciencias aplicadas a la producción, apropiadas por el Capital y que sufren las y los obreros, debido a las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (NTIC). De lo que queda del trabajo humano, hasta incluso de la presencia misma del ser humano, desaparece, reemplazado por el robot. El personal mismo, es convertido en casi autómata, sobre todo para que no tengan que pensar en nada porque todos sus gestos están milimetradosy simplificados al extremo, dictados y controlados en cada momento en tiempo real por esas mismas tecnologías. En la fábrica este sistema permite un control de los diferentes puestos de trabajo, mucho más eficaz que a la antigua usanza con sus jerarquías pasando de jefe en jefe desde la oficina hasta el obrero y las máquinas. Ahora, estando todo conectado, la informática permite planificar y controlarlo todo. Los gestos, las tareas, los reglajes, el abastecimiento, la velocidad, la calidad, todo puede ser calculado con la máxima precisión. Las palabras clave de los dirigentes son cada vez más las de “just in time”, “lean production”5, “zero tiempos muertos” “máxima velocidad”. Esto induce, bajar los costes de producción, o sea, menos gastos salariales, menos puestos de trabajo, menos stocks, menos tiempo para cada tarea. Y para conseguir estos resultados se acrecienta la coacción sobre cada trabajador conectado y de esta manera vigilado permanentemente acerca de lo que hace y no hace. Pero al ser impersonal esta coacción de una gran eficacia y precisión, al final es mejor tolerada porque es percibida por parte el trabajador o trabajadoracomo siendo parte del sistema técnico o sea algo neutro que ya no depende del capricho de los, a menudo arrogantes y odiados capataces. Estas medidas se unen a las demás técnicas gestión del personal,(management)en las que al obrero se le da la impresión de empoderamiento al interior mismo de esa empresa6. Y lo más eficaz de estas tecnologías es que han conseguido acrecentar con gran eficacia la mundialización contemporánea de las cadenas de producción y de valorización del capital. El mundo interconectado con la transmisión de datos, coordinación, velocidad de transporte, control y trazabilidad de las piezas, ha convertido nuestro planeta en una gran fábrica, que para conseguir los costes más bajos de cara al mercado, pone en competencia a los propios proletarios a escala planetaria. No es pues descabellado afirmar que, pese a todas las luchas sindicales, el Capitalismo sigue su lógica y obligada destrucción del mundo.
La urgencia de volver a pensar el trabajo
Como bien lo decía Bookchin: “Pero el tiempo no juega a nuestro favor. Es muy probable que, si no nos volvemos hacia aquella capacidad de penetración intelectual, hacia aquella praxis y aquellas formas de organización adecuadas a los problemas que hemos de enfrentar, el tiempo trabajará contra nosotros. La innovación tecnológica está avanzando a una velocidad que supera todo visible cambio en la esfera social y en la política.”7
Más allá de la legítima e indispensable defensa de la clase obrera ¿Puede el sindicalismo revolucionario abrirnos las puertas hacía una sociedad emancipada, como lo pensaban nuestros antepasados? ¿Es el trabajo asalariado o el de autónomo, parte de la condición humana? ¿Es igual el trabajo para la mujer como para el hombre, dentro o fuera de una cooperativa?¿Cuál es el papel de la tecnología? ¿Tendría sentido el trabajo en una sociedad emancipada? ¿Hemos de liberar el trabajo o librarnos del trabajo? ¿Qué nos propone al respecto una visión ecocomunalista?
No tenemos respuestas ya hechas para esas muchas preguntas pero plantearlas adecuadamente aquí y ahora es el primer paso para iniciar le formación de una inteligencia colectiva a la altura de la necesidad vital de crear un movimiento eco-comunalista de envergadura que abarque a todas los aspectos de la vida.
a) Nuestra herencia de las luchas obreras
No es lugar aquí para desarrollar la historia de nuestro movimiento anarquista por la emancipación obrera pero sí que podemos identificar esas mismas preocupaciones y apoyarnos en sus reflexiones en cuanto al concepto de trabajo, contextualizándolas en un presente de Capitalismo avanzado. Así esta interesante reflexión planteada por los traductores anónimos al francés de las Mociones del Congreso de Zaragoza, que contienen la moción programática sobre el comunismo libertario adoptada en mayo de 1936, concluyen su prefacio (escrito a finales de los años 70) con las siguientes palabras: « La CNT […] encontró a la muerte de Franco una situación histórica que no se repetirá: la posibilidad de constituir una de las primeras organizaciones cuantitativas de la nueva era. Toda la rebeldía de la juventud parecía encontrarse en ella, como en su propia casa. [Pero habría sido necesario […] emprender una crítica de la historia de [la] derrota, [y] que [la CNT] atacara el centro moderno de la ideología: el trabajo. Habría tenido que asociar a toda reivindicación que tuviera por objeto el trabajo la necesidad imperiosa de su supresión. Habría tenido que abrirse a la crítica del sindicalismo y de la vida cotidiana ».
Siguiendo rebobinando en el tiempo, esa crítica ya estaba presente en la corriente anarquista desde finales del siglo XIX y así se expresaría en el congreso de Amsterdam de 1907: « El Congreso Comunista Libertario […] reconoce en la huelga general económica revolucionaria, es decir, en la negativa a trabajar de todo el proletariado como clase, el medio apto para desorganizar la estructura económica de la sociedad actual y emancipar al proletariado de la opresión del asalariado.”Algo no muy distinto de la afirmación de Marx: « La propiedad privada no es otra cosa que trabajo materializado. Si queremos asestarle un golpe mortal, debemos atacar la propiedad privada, no sólo como estado objetivo, sino como actividad, como trabajo ».
b) La advertencia comunalista respecto al sindicalismo
“El socialismo no vendrá en el camino de un mayor desarrollo del capitalismo, y no vendrá como resultado de la lucha de los trabajadores, como productores, dentro del capitalismo. [Todas las luchas sindicales] son necesarias dentro del capitalismo, mientras los trabajadores no sepan cómo salir de él. Pero esto siempre gira forzosamente dentro del circuito cerrado del capitalismo; lo que ocurre dentro de la producción capitalista sólo puede conducir a una integración cada vez más marcada en ella.”8 Dicho de paso y retomando el hecho de que estamos forzosamente dentro del circuito cerrado del capitalismo podemos hoy en día hacernos esta pregunta: ¿Sólo los ricos están destruyendo el planeta, como dicen muchas personas del ámbito capitalista? ¿O es más bien un modo de vida aceptado por casi todo el mundo hoy en día, lo que sin embargo no lo convierte en una expresión de la « naturaleza humana », sino que sigue siendo específicamente capitalista?
Volviendo al tema de la polémica respecto al trabajo en las tensiones entre las dos corrientes que, en el seno de la CNT de los años 30 y que iban a abordar de forma diferenciada el proyecto comunista libertario: la corriente comunalista y la corriente sindicalista.
1- La corriente comunalista
El comunalismo, sin ser todavía ecocomunalismo era una propuesta de un sistema federalista basado en la comuna rural autónoma y se combinaba perfectamente con el antiguo ideal de vida en el pueblo. Basaba las relaciones sociales, en una ética personal anarquista y en la restauración de los valores morales de vivir de la tierra. En este marco, era fundamental el laborar juntas y juntos para satisfacer las necesidades inmediatas sin pasar por el sistema salarial, y el sindicato debía tener una función de defensa y desaparecer con el capitalismo.
2- La tendencia sindicalista
Esa tendencia comunalista dentro del movimiento libertario siguió siendo importante hasta los años 30 del siglo pasado pero fue perdiendo fuelle ante la tendencia sindicalista. Así lo ilustra la evolución del destacado militante Diego Abad de Santillán:“En 1925, el comunero Santillán se burlaba de los « teóricos, de ese sindicalismo basado en la concepción materialista de la historia que corre detrás del capitalismo, copiando sus métodos e integrando los ‘medios’ que él mismo crea en el curso de su desarrollo industrial ». Todavía en año 1931 sigue arremetiendo contra el industrialismo moderno9, cuando ya, ese mismo año la CNT, pasó de considerarse un « medio de lucha y resistencia”, a ser un fin en sí mismo. Además, debía conservarse tras la caída del capitalismo para estructurar la nueva sociedad (reducción del papel de la comuna).Y es así, como, a partir de 1933-34, Santillán se dedicó a deshacer sistemáticamente el proyecto comunalista que había defendido. Comenzó alabando los méritos de la modernización del aparato productivo: « La industria moderna es un mecanismo que tiene su propio ritmo. El ritmo humano no determina el ritmo de la máquina; es el ritmo de la máquina el que determina el ritmo del hombre. […] Si partimos del lugar de trabajo, los municipios autónomos son superfluos…. El localismo económico ha pasado a mejor vida y, donde aún no lo ha hecho, debe ser consignado al museo de antigüedades. La organización de la fábrica, y no la comuna libre […] ni el grupo de afinidad, debe ser el núcleo de la futura sociedad anarquista]… Terminando por concluir en Junio de 1936 que “Si combatimos la estructura económica y social capitalista es porque en ella el trabajo, base de todo lo que existe para hacer posible la existencia del hombre, no recibe la primacía a la que tiene derecho.” Fueron los representantes de esta tendencia unionista excesiva quienes estuvieron al mando dos días después de que el pueblo venciera a los militares sublevados, el 19 de Julio de 1936 y quienes aplazaron la aplicación del programa comunista libertario. A partir de entonces, los sindicatos CNT y UGT, a pesar de las dificultades causadas por la guerra y más allá de sus disensiones, empezaron a racionalizar, normalizar, concentrar y modernizar el arcaico aparato industrial de Barcelona. Y lucharon por crear un mercado nacional competitivo.
Desplazar la centralidad del trabajo
a) Bookchin y el sindicalismo :
Bookchin, quien, desde los 15 años hasta los 37, fue un militante sindicalista obstinado hasta el año 1948, llegó a la conclusión ya en los años 70 que: “Todo movimiento radical que base su teoría de cambio social sobre un proletariado revolucionario -compuesto solo de obreros o de obreros y empleados-vive en un mundo que se va, en el supuesto caso que haya existido, con la desaparición de los oficios y de los trabajos de raíz campesina de la Europa latina y eslava del siglo pasado.”… y anticipó: .. “Debemos tener en cuenta que estos cambios tecnológicos-y el modo como se han operado-señalan el fin de toda la historia anterior a la segunda guerra mundial, de esa historia en que se basa tanta parte de nuestra teoría. El sindicalismo ha compartido con el marxismo la firme convicción de que el proletariado industrial era el sujeto histórico » para el derrocamiento revolucionario del capitalismo”… “Contrariamente a la expectativa sindicalista y marxista, el proletariado va declinando históricamente junto con el sistema de fábrica y con la tecnología tradicional que le dieron origen como clase.”…
…“Así, ¿todavía tiene sentido hablar de una clase hegemónica » cualquiera en una sociedad en la que la estructura de clases se está desintegrando? Debemos estar prontos a definir las nuevas cuestiones emergentes, como la ecología, el feminismo, el racismo, el municipalismo y aquellos movimientos culturales que se ocupan de la calidad de la vida en el más amplio sentido del término, para no hablar de las tentativas de oponerse a la alienación en una sociedad espiritualmente vacía. ¿Se pueden ignorar los nuevos movimientos sociales » que surgieron en la Europa central, como los Verdes y las coaliciones antinucleares y pacifistas que rebasan tantas líneas de clase y tantos confines nacionales. Debemos estar dispuestos a salir de las viejas trincheras ideológicas, para mirar con honestidad, claridad e inteligencia el mundo autoritario que se va remodelando en torno nuestro y a tomar nota de las tensiones que existen entre las tradiciones utópicas de las revoluciones democráticas burguesas y la marea ascendente del militarismo y centralismo que amenaza con cancelar esas tradiciones. ¿Se puede ignorar la política localista, los movimientos municipales y de barriada, la afirmación de los derechos democráticos contra las tentativas de incrementar la autoridad del poder ejecutivo?”
b) A vueltas con el sindicalismo
Podemos considerar a la “lucha de clases” con las dudas y las premoniciones del anarquista Gustav Landauer en 1910 o con el papel negativo que le atribuye Kuztz10 retrospectivamente en el “El doble Marx”. Sin duda, Bookchin les daría la razón, pero no por ello iba a echar por la borda al sindicalismo.
Y para Bookchin al sindicalismo integrado dentro de una perspectiva comunalista tendría todavía que tener un papel relevante: …“Se me permitirá destacar que no estoy diciendo lo que digo para disminuir la importancia de ganar el apoyo de la clase laboral para un proyecto de emancipación humana, ni intento denigrar los esfuerzos en este sentido de los sindicalistas. Hoy en día un proyecto liberador que le falte el apoyo de la clase trabajadora está destinado probablemente al fracaso: los cuellos azules », y aún más si se unen a los cuellos blancos », representan todavía una considerable fuerza económica.”…
Así, por ejemplo, los sindicatos en una dinámica implicada, junto con las demás tendencias al interior de un movimiento comunalista, además de luchar contra el atropello del obrero y por su dignidad en el los puestos de trabajo, al reivindicar la reducción del tiempo de trabajo, el gasto de fuerzas a lo mínimo, obraría en favor del trabajo emancipado y sería condición de su emancipación. Así podríamos liberar tiempo, fuerzas e imaginación colectiva, para dedicarlo a reforzar el movimiento comunalista de múltiples maneras.
Otra oportunidad que se avecina a grandes pasos es el abandono de los Servicios Públicos por parte del Estado. Con lo cual el papel del sindicalismo sería fundamental para recuperar poco a poco lo público al Estado y recuperar lo que es nuestro o sea entregárselo a las asambleas municipales. Pero sin duda tenemos muchas ms posibilidades de acción en el marco del sindicalismo para salir “del circuito cerrado capitalismo” o sea del trabajo como sustento del capital.
c) Las cooperativas y el comunalismo
Las cooperativas, como trabajo auto-gestionado, siguen presentando un atractivo para muchas personas activistas, como una solución para recobrar el beneficio de trabajo por parte de los obreros y de esta forma, oponerse al capitalismo, pero ¿hasta qué punto? ¿Pueden presentarse como parte del proyecto eco-comunalista?
Bookchin, le ve unos serios inconvenientes pese a que: “No, no me opongo a las cooperativas por principio. Tienen un valor incalculable, sobre todo como escuelas para enseñar a la gente a cooperar. Sólo he intentado demostrar que no son capaces de eliminar el capitalismo colonizándolo mediante la multiplicación de las cooperativas, porque funcionan como las empresas capitalistas en muchos aspectos, es decir, se convierten en parte del sistema de mercado, sean cuales sean las intenciones de sus fundadores.”…
Sin embargo podría jugar un papel importante en la estructura social comunalista:
… “Por otro lado, las « cooperativas de propiedad municipal » no serían cooperativas en el sentido convencional. No serían cooperativas privadas ni federaciones de cooperativas privadas. Serían « propiedad » de una comunidad reunida en asamblea popular. Por tanto, funcionarían como parte de la comunidad, no por separado, y serían responsables ante ella. No sólo serían « propiedad » de la comunidad, sino que muchas de sus políticas serían decididas por la comunidad en asamblea. Sólo la aplicación práctica de estas políticas sería competencia de cada cooperativa.”…
Mientras, dentro de una estrategia comunalista e implicadas en ese movimiento con su cultura propia, podrían plantearse como un lugar de aprendizaje de la autogestión y de la complicidad de creatividad por el actuar juntas y también liberar fuerzas y tiempo para dedicarle a la consolidación del movimiento comunalista. Con lo que sabemos respecto a los peligros que corren al integrase en el Mercado, y con mucha precaución, también podrían comportarse como eslabones de ese mundo nuevo que anhelamos.
La descentralización del trabajo en el comunalismo
Siguiéndole la línea a este pensamiento, veremos como Bookchin desplaza la centralidad del trabajo y la traslada a la asamblea popular y al ciudadano. Dicho de otra forma, explica la necesidad de le quitarle todo el poder a una economía autónoma con respecto a los demás aspectos de la vida como es el caso en la sociedad capitalista, para entregárselo al ámbito político, o sea a los ciudadanos11.
…“Sí, la inmensa mayoría de la gente tiene que trabajar para ganarse la vida, y una gran proporción de ellos son trabajadores productivos. Pero muchos trabajadores son improductivos. Operan completamente dentro del marco y las circunstancias creadas por el sistema capitalista, como la gestión de facturas, contratos, notas de crédito, pólizas de seguros, etc. Nueve de cada diez trabajadores no tendrían trabajo en una sociedad racional en la que no habría necesidad de seguros ni de ninguna otra transacción comercial”…
… “En una sociedad municipalista libertaria, la asamblea decidiría las políticas de toda la economía. Los trabajadores se despojarían de sus identidades e intereses profesionales únicos, al menos en el ámbito político, y se verían ante todo como ciudadanos de su comunidad. El municipio, a través de su asamblea de ciudadanos, ejercería el control y tomaría las principales decisiones sobre sus fábricas, y desarrollaría las políticas que éstas deberían seguir, siempre desde una perspectiva cívica y no laboral.”…
Conclusión provisional
Estas no son más que unas cuantas consideraciones respecto al trabajo y al papel del sindicalismo vistas con el prisma comunalista. Pero solo se trata para mí de aportar unos elementos tal vez desconocidos para muchas y que pueden servir para seguir desarrollando el debate a medida que iremos avanzando en la elaboración nuestra estrategia. Considero estos elementos importantes dado el extraordinario pasado de luchas y perspectivas revolucionarias que hemos heredado en nuestra península y dentro de nuestras tradiciones, sin por ello tener que rechazar a las demás experiencias de por el mundo, por supuesto.
- Trabajar viene de un derivado del latín tripalium, pérfido invento de tortura parecido a una cruz de tres palos a los que se ataba a un reo para tostarlo al fuego o someterlo a otras adorables prácticas. Por eso, en su sentido más antiguo, el verbo trabajar se usaba en castellano con el significado de sufrir y padecer. ↩︎
- El término cercamiento (enclosure o inclosure en inglés) se refiere al proceso de división o consolidación de campos comunales, praderas, pastos y otras tierras de cultivo en Inglaterra por parte de los capitalistas y se expandió al resto de Europa Occidental. ↩︎
- “Es porque somos feministas que estamos en contra del trabajo”. Un grupo feminista.
“Esto significa poner en práctica prácticas feministas entre nosotros.as ahora, y oponernos sistemáticamente a los comportamientos machistas y patriarcales. Significa exigir que lo emocional no se rija por la ética del trabajo, inherentemente patriarcal y jerárquica; y, en última instancia, significa querer que todas.os aprendamos a cuidar de las demás. Porque si todo lo que amamos y por lo que vivimos está fuera del trabajo, es ahí donde nos definiremos de forma diferente. Dejemos que lo que definimos como privado irrumpa desde los márgenes, inunde nuestras vidas. Existiremos de forma autónoma, es decir, al margen del trabajo, del capital y del Estado.” ↩︎ - El anarquismo ante los nuevos tiempos – por Murray Bookchin (1985). ↩︎
- Términos americanos, adoptados por las empresas. ↩︎
- El management sabe que el problema de cara al obrero está en la organización tradicional de las empresas basada en estructuras directivas piramidales. Un modelo que considera tóxico en sí mismo y que produce organizaciones con vistosos edificios de mármol y vidrio, pero sin alma. Como solución a estos problemas están creando modelos de auto-organización empresarial, (sociocracia, holocracia, etc.) que según ellos suponen un avance evolutivo, alternativo a las estructuras de gobernanza piramidal, y al trabajo motivado por recompensas. ↩︎
- El anarquismo ante los nuevos tiempos – por Murray Bookchin (1985). ↩︎
- Gustav Landauer 1911-1919, Incitación al socialismo. ↩︎
- « El germen del fascismo […] reside en todo lo que pide al hombre que deje de ser hombre para adorar realidades o abstracciones supuestamente superiores. [El industrialismo moderno a la manera de Ford es puro fascismo, un despotismo legitimado. En las grandes fábricas racionalizadas, el individuo no es nada, la máquina lo es todo. Los que amamos la libertad no sólo somos enemigos del fascismo de Estado, sino también del fascismo económico. » ↩︎
- En ese sentido, la «lucha de clases» puede ser comprendida de manera totalmente diferente de lo habitual: lejos de trabajar con miras a la caída del capitalismo, constituyó más bien el motor interno de desarrollo del propio sistema capitalista. El movimiento obrero, siempre limitado a la forma fetichista de sus intereses, en cierto sentido representó una y otra vez el progreso del modo de producción capitalista, contra el conservadurismo irreflexivo de las respectivas élites capitalistas. Impuso la subida de los salarios, la reducción de la jornada de trabajo, la libertad de asociación, el sufragio universal, la intervención estatal, la política industrial y del mercado de trabajo etc., como condiciones del desarrollo y de la expansión del capitalismo industrial. Y el «Manifiesto Comunista» fue la antorcha que iluminó ese movimiento histórico, dentro del envoltorio fetichista. ↩︎
- Así, en 1923, el pensador marxista más lúcido de su tiempo, Georg Lukács, escribía sobre la futura « economía socialista »: « Esta ‘economía’, sin embargo, ya no tiene la función que toda economía solía tener: debe ser la sirvienta de la sociedad conscientemente dirigida; debe perder su inmanencia, su autonomía que la convertía propiamente en una economía; debe ser suprimida como economía » [Lukács 1923/1984, p. 289]. ↩︎