¿Educación y ecología social?

Vincular educación, ecología y cuestiones sociales.

«El hombre y su entorno se influyen mutuamente y no pueden estudiarse el uno sin el otro». – E. Reclus, geógrafo, anarquista

“Tous les Maquis”1 es una asociación de educación popular política y de pedagogía social que opera en el Valle del Marne, cerca de Paris. Organizamos talleres educativos para niños y familias, especialmente en el barrio de Mordacs, en Champigny sur Marne. Resumimos nuestra voluntad asociativa de la siguiente manera: «Educar y actuar al aire libre, en la calle, en la naturaleza». Nuestro trabajo se basa en la expresión y la participación (¿Qué hay de nuevo?, talleres de escritura, filosofía, etc.), la vida cotidiana (cocina, ciencia, jardinería, etc.) y la ecología. Una ecología práctica, en la acción, sin moralismos, basada en el ejemplo y las experiencias compartidas. Una ecología del medio ambiente, ya sea natural o social.

Ecología social

La ecología social es una corriente de pensamiento teorizada por el activista y ensayista estadounidense Murray Bookchin (1921-2006) a partir de la década de 1960, en oposición a los dos principales escollos de la ecología: la ecología profunda2 y el ambientalismo3. Estas dos corrientes comparten un enfoque global que tiende a hacer recaer sobre cada individuo la culpa de la crisis ecológica sin cuestionar las responsabilidades colectivas ni las opciones políticas.

Bookchin propone una nueva visión filosófica y política de la relación entre el ser humano y su entorno, así como una nueva organización social basada en el municipalismo libertario4 : una sociedad libre y ecológica sólo puede darse si es social, democrática, comunalista, anticapitalista y feminista.

Compartimos con él la conciencia de que nuestro destino está profundamente ligado a la naturaleza y de que, si queremos proteger nuestro medio ambiente, tenemos que llevar a cabo un cambio social radical. Por eso vinculamos las cuestiones ecológicas con las sociales. Si las tratamos por separado, ignoramos que estas «crisis» tienen el mismo origen: el capitalismo. En consecuencia, trabajar en una cuestión sin la otra equivale a aceptar que no podemos tomar medidas reales en ninguna de las dos.

Sin embargo, las similitudes entre la pedagogía social y la ecología social -ambas aceptan la heterogeneidad de la vida, luchan contra todas las formas de dominación y pretenden llevar a cabo una transformación social radical (con el principio de la participación activa de los interesados en la toma de decisiones)- nos proporcionan una base teórica dinámica sobre la que experimentar y construir.

Acciones concretas e inmediatas

En lugar de esperar a que el cambio venga de quienes no tienen interés en él, hemos decidido inspirarnos en la ecología social para emprender una acción coherente, aquí y ahora, por un futuro deseable.

En los medios sociales y educativos, el tratamiento de las cuestiones ecológicas es con demasiada frecuencia insatisfactorio. En primer lugar, suele ser moralizante: este comportamiento es «bueno», aquel comportamiento es «malo», la culpabilización es el motor de una «reflexión» que se queda a nivel de la suma de nuestras acciones individuales. En segundo lugar, pueden ser utilitaristas: se utiliza a los niños para hacer cosas que los adultos no hacen, como recoger la basura en la calle, por lo que se convierten en una coartada y cargan con una responsabilidad que no les corresponde. Por último, con demasiada frecuencia vemos acciones simbólicas, siendo el ejemplo más flagrante la clasificación de papel en una sala de un centro de ocio, que acaba en el contenedor negro porque los equipos de mantenimiento no participaron en esta iniciativa.

Estas carencias nos han llevado a pensar en otras prácticas que consideramos más significativas y más propicias a la experiencia colectiva. He aquí algunas de ellas.

La comida y la cocina, por ejemplo. Cuando cocinamos en nuestros talleres o para la distribución de alimentos, ofrecemos platos vegetarianos. Esto nos permite evocar nociones de dieta equilibrada y cultura tradicional, en particular con la combinación de cereales, legumbres y verduras que se encuentra en todo el mundo. Además, al no comprar carne, podemos adquirir productos vegetales de calidad y no tenemos que preocuparnos de los aspectos sanitarios (almacenamiento, conservación o transporte). Esto significa que podemos ofrecer comidas que gusten a todo el mundo, sean cuales sean sus hábitos alimentarios. También nos apoyamos en el entorno en el que operamos: una asociación de horticultores ecológicos nos proporciona las verduras que no han vendido, y las asociaciones nos prestan sus cocinas y hornos de pan.

No ofrecemos meriendas individuales, pero sí algo dulce (pan con chocolate o mermelada, pasteles caseros al horno de leña, etc.) y salado (sopas, quesos, etc.). Por último, ponemos sistemáticamente a disposición del público una cesta de fruta de temporada de libre acceso. Estas prácticas han provocado cambios en los hábitos de algunas familias: «Desde que empezasteis el taller, mi hijo me pide bocadillos con pan y mermelada o chocolate, ya no quiere pasteles precocinados».

La biodiversidad también es un tema recurrente. Organizamos paseos de descubrimiento, exploración del entorno (barrio, estanque, etc.) e investigaciones con excrementos de búho: «En Halloween, ¡jugamos con esqueletos de verdad!” También creamos zonas para alimentar a los pájaros en invierno y, para difundir la biodiversidad vegetal, utilizamos técnicas de «jardinería de guerrilla» como las bombas de semillas y las grietas vegetales… Por último, recomendamos la creación de espacios «naturales» educativos en los centros de vacaciones y un proyecto de huerto comunitario ecológico, económico y estético, con los vecinos de la zona.

No podemos terminar esta presentación de nuestras actividades sin mencionar nuestras actividades «asistenciales». Fabricamos jabón y bálsamo labial de cera de abeja en nuestros talleres, y organizamos regularmente un «SPA callejero», que incluye mascarillas de arcilla, micro-hammams faciales, masajes y tisanas, siempre acompañados de una zona de cuidado infantil. Estas actividades nos han dado algunas perlas, como este niño de 10 años, con la cara cubierta de arcilla en la calle, que grita a su amigo: “¿Tú no te cuidas la piel? ¡Pues yo me cuido la piel!” O la madre de una familia con niños pequeños: «Por fin una actividad en la que puedo participar con los pequeños».

Los elementos que acabamos de presentar encarnan nuestras sensibilidades, nuestras experiencias y el estado de nuestros conocimientos. Nos permiten contribuir a encontrar lugares y espacios donde crear vínculos, expresarnos y actuar transmitiendo calor humano y solidaridad; en resumen, crear una comunidad real y concreta. Se trata de un deseo que nos parece común y central tanto a la pedagogía social como a la ecología social.

«Este es el momento en el que podemos aterrizar, volver a conectar con el campo de la política, crearla forjando nuevos vínculos, apoderándonos del paisaje, de las calles, de las plazas y poblándolas de personas activas que creen nuevas instituciones5 ».

Gurvan Bricaud

  1. https://www.tous-les-maquis.fr/ ↩︎
  2. Filosofía ecologista caracterizada por la defensa del valor intrínseco de los seres vivos y los ecosistemas, independientemente de su utilidad para el ser humano. ↩︎
  3. El ambientalismo se centra en las consecuencias medioambientales de las actividades humanas (contaminación, riesgos para la salud, deforestación, etc.) y considera que simples ajustes de nuestro sistema social y económico permitirán contenerlas. ↩︎
  4. Puesta en práctica en forma de confederalismo democrático por los revolucionarios kurdos de Siria (Rojava). ↩︎
  5. Actuar aquí y ahora Floreal M. Romero Ed. Kaicrón 2019 ↩︎

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